Animales fantásticos 2: Los crímenes de Grindelwald. Crítica de la película

Segunda entrega de la nueva saga dentro del universo de Harry Potter, “Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald”. Una historia que ha sido alargada para posibilitar tres entregas más, lastrando su resultado.

Animales fantásticos 2: Los crímenes de Grindelwald. Crítica de la película

Parece que no queda sino asumir que el cine de entretenimiento se ha convertido en una suerte de entregas serializadas, dependientes unas de otras, dejando la sensación de que cada una funciona como un capítulo de una miniserie. Una tendencia que obliga a consumir las sagas en su totalidad pero que hacen perder todo el valor cinematográfico y, en algunos casos, el interés. Y ese es el mayor problema de Animales fantásticos 2: Los crímenes de Grindelwald. Su brillante inicio se diluye a los pocos minutos con un guion donde la señora Rowling demuestra que no es guionista cinematográfica en absoluto y que su talento para las estructuras narrativas en la literatura, dejando de lado que nunca fue una pluma destacada, no se complementa con este confuso libreto.

K. Rowling nos presenta una serie de tramas independientes que tendrán su conexión al final del relato. Pero estas están tratadas de manera tan torpe en la película que, a ratos, es casi completamente incompresible. Personajes que van de un lugar a otro, parentescos y árboles genealógicos culebronescos, Grindelwald y sus motivaciones, un poco de Dumbledore por aquí y una lista interminable de flashbacks para explicar el conjunto, resumen un guion que tiene poca defensa; aunque su tema central, la búsqueda de identidad, sí que queda bien definido por el personaje Credence Barebone, robándole protagonismo al mismísimo Newt Scamander.

A lo mandos, como viene siendo habitual, David Yates. El director sigue mostrando la misma cara que en su estreno dentro de la saga. Las secuencias de acción no son especialmente espectaculares, además de haber muy pocas, encontrándose más cómodo con las escenas más emotivas, donde el relato consigue enganchar al espectador. No se puede decir que Yates sea un mal director, pero no destaca especialmente ni aporta personalidad ninguna a una saga que pocas novedades visuales aporta, a pesar de tener un basto y rico universo para explotar.

Los intérpretes que repiten vuelven a cumplir con creces y las nuevas incorporaciones elevan la calidad con un Johnny Depp, sin sobreactuaciones de por medio, un elegante Jude Law, un contenido Ezra Miller y la grata sorpresa de Callum Turner, que interpreta al hermano del protagonista.

En cuanto al nivel técnico se refiere, como no podía ser de otra manera, su ejecución es irreprochable. Una fotografía interesante, no tan oscura como la de la saga madre, una banda sonora de James Newton Howard con viejos y conocidos temas que juega muy bien con la emoción en determinados momentos, y unos efectos especiales que deslumbran con la aparición de nuevas criaturas.

“Animales Fantásticos. Los crímenes de Grindelwald” es una película de transición y a la vez una presentación. Se abren nuevos conflictos y aparecen nuevos personajes con la intención de llegar a las cinco películas que nos promete la saga y que, por tanto, hacen de esta entrega algo episódico y poco cohesionado que se traduce en una bajada de calidad para una franquicia que mostraba un buen camino en su primera entrega, con tramas y personajes más adultos, y que tras este pequeño traspiés solo se puede permitir crecer y ofrecer mejores sensaciones.