Lo primero y antes de nada hay que alabar a Miguel Cruz por lanzarse a producir una película como Vulnerables en estos tiempos de crisis. Y no sólo por la crisis en sí, sino porque le echó un par de bemoles (estamos en horario infantil) asumiendo los roles de director, guionista, productor y a saber qué más tuvo que hacer para que su idea fuera llevada a cabo. La gente ni se imagina lo difícil que es montar un circo como este y menos en un mundo como el mundo del espectáculo, que es donde una de las frases más célebres de Groucho Marx cobran pleno sentido: “No deseo pertenecer a ningún club que acepte como socio a alguien como yo”. Además hay que añadir que esto es España donde las ayudas económicas suelen brillar por su ausencia y de haberlas, normalmente llegan al final, cuando todo está hecho, y encima son tan pobres que apenas se pueden estirar para darle un poco de ritmo a la postproducción que por lo general ya suele estar terminada.
Vulnerables tiene un comienzo que consigue enganchar. La película empieza desde el punto de vista de la cámara de fotos de Carla (Paula Echevarría) que está grabando todo lo acontecido en el transcurso de su embarazo. Una fiesta de celebración por aquí, una visita al médico por allá… unas complicaciones en su gesta y el público quiere saber más. Vale, bien. Pues hasta aquí. De ahí en adelante Vulnerables no logra mantener el ritmo. Es cierto que de vez en cuando da un coletazo que llena de esperanza al espectador, pero aun así el pez no logra volver al agua.
Vulnerables parte de una idea muy buena con unos elementos fantásticos para hacer lo que se proponía el director Miguel Cruz, “Un thriller psicológico que tiende a lo sobrenatural”. Pero lamentablemente la película tiene demasiados problemas para lograr un resultado aparente. Hay escenas que no se justifican -al personaje que interpreta Paula Echevarría la están haciendo una ecografía y la médico pone cara de estar viendo al hijo del diablo para que luego no pase nada-, detalles que sacan de la película -suena una versión de “Sweet Child oh mine” en un cambio de escena-, comentarios de los personajes –“Venga, súbete al tractor que vamos a hacer los primeros surcos para celebrarlo”-, fallos técnicos en las imágenes -recursos grabados probablemente a una velocidad distinta de la que requiere el cine-, se abusa demasiado de la música en las escenas, diálogos tan altos que parece que se satura el sonido…
Aunque el mayor problema de todos es que la película, que apenas cuenta con 1 hora y 25 minutos de duración, se hace larga porque no consigue centrarse lo suficiente. Vulnerables quiere dar miedo desde lo cotidiano e ir descubriendo poco a poco el terror junto con Carla, pero lo hace de una manera tan lenta, dando tan poca información al espectador y a través de escenas tan normales, que hace que se pierda el interés por mucho que haya momentos de casi forzada tensión.
A favor hay que decir que tanto el director, Miguel Cruz, como Paula Echevarría, logran transmitir la tensión y el miedo que produce tener que cuidar de un ser tan vulnerable como un recién nacido. Cada vez que la protagonista se alejaba de la criatura, o lo dejaba en manos ajenas, yo sufría de verdad… Una lástima que no se lograse con el resto de la película.
También cabe mencionar el excelente trabajo de todos los actores. Se nota que están entregados aunque sus escenas no logren lucir como se merecen.
Esta entrada fue modificada por última vez en 17 junio, 2017 10:32
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