Henry Burke, interpretado por Matt Bush, es típico niño empollón de instituto “de bien” que está a punto de graduarse con una grandísima matrícula de honor que le abrirá las puertas a la mejor universidad de los Estados Unidos de América. Pero he aquí que a falta de un último día de exámenes finales, se cruza en su camino un viejo amigo de la infancia, Travis Breaux (Sean Marquette), el típico skater “fumeta” vive la vida que no estudia y se rebela contra el sistema a su manera. El empollón, alentado por el “skater”, decide que no es mala idea dar una calada a un porro para celebrar tal reencuentro. Justo antes de enterarse de que al día siguiente tendrán que pasar un test de drogas impuesto por el típico director estricto y dictatorial, interpretado por un irreconocible Michael Chiklis (The Shield). Como está más que claro que va a dar positivo y se va a ir sin matrícula, al amigo perdido de la vida se le ocurre una gran idea, robarle la droga más potente desarrollada jamás a partir de la marihuana al camello más tarado, más peligroso y perpetuamente colocado de la ciudad: Psycho Ed (Adrien Brody). ¿El fin? Drogar levemente a todo el instituto para que todos den positivo y se anulen los resultados del test de drogas de este High School.
High School, propone una tarde-noche para ir al cine con los amigos y no plantearse mucho si lo que se va a ir a ver es algo que merezca la pena. La película podría llegar a ser un homenaje a las películas de humor adolescente en las que las drogas, el alcohol y los desnudos son compañeros de reparto de los protagonistas, si no fuera porque no alcanza el mínimo de descaro y no acaba centrada en nada. Una lástima porque contaba con grandes actores como Adrien Brody o Michael Chiklis. Adrien Brody interpreta al camello más tarado, colocado y, por consiguiente, paranoico de la historia. Y Michael Chiklis al más típico director estricto de doble moral. Los dos actores aportan a sus personajes mucho descaro, seriedad y la energía adecuada como para componer dos personajes míticos, si el guión les hubiera brindado la oportunidad.
Otro de los problemas de High School es el abuso de los típicos tópicos de lo que se supone que tienen que ser las películas de “fumetas”. La historia no aporta nada nuevo al género ni se arriesga a potenciar nada de lo que propone. Por todo ello se convierte así en una sucesión de escenas que “tienen que estar” para poder crear una película de este estilo, incluyendo la típica, valga la redundancia, escena de superación personal del protagonista en la que declara el amor a una compañera de clase, la cual no ha participado para nada en la historia de High School. Y así un torrente de personajes típicos como el empollón toca narices, los alumnos colocaos, el esbirro ayudante del director de ética íntegra y escenas de manual de “cómo hacer una película de humor adolescente de instituto americano”.
Esta entrada fue modificada por última vez en 17 junio, 2017 10:45
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como se llama la cancion que sale cuando el rubio salta en skate y se rompe los huevos