Si fuiste adolescente en los noventa, tienes ganas de pasar un rato completamente disparatado y te encanta la idea de todo aquello que suponga un remember que te transporte a tus años mozos, sin dudarlo Trainspotting 2 es tu película. Regresan los míticos Reton (Ewan McGregor), Spud (Ewen Bremner), Sick Boy (Jonny Lee Miller) y Begbie (Robert Carlyle), ahora algo más tulliditos en edad pero igual de inmaduros, drogadictos y fracasados que siempre. Unos auténticos perdedores que harán las delicias de todos aquellos que se pasen por las salas de cine para descubrir qué ha sido de sus vidas veinte años después.
Sin duda Transpotting (1996) fue uno de esos títulos que marcó una generación (¿quién no tuvo un póster de la peli en su cuarto?). Una cinta gamberra y políticamente incorrecta donde desfases de todo tipo se daban lugar bajo frases tan míticas como “Dentro de mil años ya no habrá ni tíos ni tías, solo gilipollas” o “Todos envejecemos, dejamos de molar y se acabó”, todo ello acompañado de una banda sonora sobresaliente donde se escuchaban temazos de Iggy Pop, Elastica o Blur. Habrá muchos espectadores que ahora se acerquen a ver esta secuela y se lleven las manos a la cabeza ante tal escatológica e irreverente propuesta, pero los que vivimos su estreno en los cines allá en el 96 (ya empezamos a parecer abuelos contando sus batallitas…) sí sabremos apreciar este esperado -y a la vez temido- regreso cinematográfico que, pese a los años, sigue conservando intacta su esencia basada en grandes dosis de descaro y frescura.
En T2 Trainspotting viviremos ese amargo sentimiento que implica comprender que cualquier pasado fue mejor y que sin más los años han pasado y todos los sueños de la juventud han quedado amargamente enterrados bajo la rutina y los deberes cotidianos. Su guion está cargado de nostalgia o acaso ¿se puede recuperar la juventud ya perdida? Nos encontramos con sus personajes tal y cómo nos los imaginábamos, igual de echos polvo, perdidos y fracasados aunque, eso sí, rondado los cincuenta. Muchos la tacharán de copia mugrienta, de que le falta esa rebeldía que tenía la del 96, pero señores han pasado los años y como es lógico para sus personajes también. Su director Danny Boyle pretende dotar a ésta de un tono más reflexivo donde claramente deja en evidencia que de aquellas decisiones obtenemos estos frutos. Todo en la vida tiene una consecuencia, y para Reton, Spud, Sick Boy y Begbie no iba a ser menos.
Dicho esto sólo queda por subrayar que estamos ante una secuela más que digna, que aunque está claro que no cuenta con el factor sorpresa a su favor y con la absoluta irreverencia y energías que desprendían sus personajes en la primogénita, sí permite una reflexión sobre la importancia de vivir cada día como si fuera el último.
Esta entrada fue modificada por última vez en 25 febrero, 2017 18:18
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