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Crítica de la película ‘Un toque de violencia’: éxtasis por la justicia.

Es verano y la cartelera da ganas de bostezar. Sin embargo llega a las pantallas esta pequeña joya, ganadora en Cannes  2013 al mejor guion, que debería abrir muchas conciencias.

Sinopsis de ‘Un toque de violencia’

Un retrato  de la desconocida China sobre un minero harto de las injusticias de su jefe, un buscavidas que ama a las armas de fuego, una recepcionista en un centro de masajes con final feliz, hastiada de su entorno y de que sea ultrajada, y un joven en busca de un empleo que le ofrezca estabilidad.

Cartel de ‘Un toque de violencia’

Critica de ‘Un toque de violencia’

Decir que ‘Un toque de violencia es una película violenta resulta un axioma un tanto pobre. La violencia que propone el film son muchos tipos de violencia: física, política, social, económica, individua y sexual. El último trabajo de Jia Zhang-Ke, distanciándose  del realismo de obras anteriores, es el resultado del capitalismo atroz  y de uno de los peores inventos que se podían esperar del ser humano: el capitalismo de tinte comunista. China, tras años sufriendo su Revolución Cultural, acoge lo peor de Occidente y se abre al mundo. Hoy por hoy, sigue un camino triunfante para convertirse en una potencia económica de primer orden siendo las consecuencias: el arrinconamiento del individuo, los abismos imperantes entre las distintas clases sociales, la corrupción y la desesperanza para los desheredados… la única salida parece ser abrirse paso a tiros. Los protagonistas de las cuatro historias  no albergan violencia en sus actos, incluso el minero del primer retrato parece repudiar las pistolas, sin embargo las circunstancias que les rodean les llevan a adoptar la peor decisión: tomarse la justicia por su mano.

Imagen de ‘Un toque de violencia’

Un toque de violencia entronca con ese cierto espíritu de personajes desubicados por los nuevos vientos que soplan, esos tipos desarraigados sin mucho que perder porque están abocados a la desaparición, que plantearía Sam Peckinpah en muchos de sus películas. Las historias reflejan ese ambiente de límite, psicológicamente fronterizo, en el que los actores resoplan mucho porque su angustia es más que evidente, en el que se ha convertido el país asiático, siendo de las cuatro la primera, por otra parte concisa y redonda, la que más se acerca a esta influencia directa o no. El realizador chino inspirado en hechos reales ocurridos en su país, coloca la cámara en las regiones más castigadas por las estúpidas pretensiones económicas, paisajes industriales, arquitectura civil desalmada, lupanares temáticos  al servicio de un cliente perverso ( las prostitutas desfilando con uniformes comunistas ajustados ante los clientes), el mundo rural, que tanto sirvió en las épocas más oscuras (¿?), abandonado a su suerte o las fábricas en las que  se trabaja como un esclavo sin derecho a nada, ni hablar entre compañeros (las dos secuencias sobre el accidente laboral y sus consecuencias), en suma unos fondos desdibujados, sin foco, en el que prima el individuo, sin contraste, que remarca esa sensación de asfixia, de ruptura con el escenario que le rodea. En suma, unas localizaciones al servicio del argumento, con una fotografía repleta de matices fríos y ocres, la única ruptura colorista es el de la sangre; es  toda una declaración de intenciones el  arranque de la película por parte de Zhang-Ke y su habitual director de fotografía Yu Lik-Wai.

Imagen de ‘Un toque de violencia’

Los protagonistas de los diferentes retratos no tienen ninguna conexión entre sí,  el director acierta al cerrar y abrir las distintas historias colocando a los protagonistas en el mismo encuadre, compartiendo el mismo espacio, contaminándose de esa especie de agonía vital. Los diálogos son precisos, irónicos en el peor de los sentidos, y vitales, los personajes se definen visualmente, no hay una frase explicativa que se superponga a la acción que se está relatando.

Imagen de ‘Un toque de violencia’

El género Wuxia pertenece a la cultura china que tras la revolución comunista se refugió en Hong Kong y Taiwán. Wu se refiere a lo marcial mientras que la definición de Xia, es la de caballero errante, que no siempre estaba motivado por la satisfacción personal, con un alto código del honor y la justicia, características reflejadas en la película. La influencia más latente, en ciertas composiciones, en el desarrollo de las escenas de acción, alejándonos de la planificación de corte realista, es precisamente este tipo de cine; Jia Zhang-Ke homenajea con el título (A touch of sin, en el original) al director King Hu y su película de 1971 A touch of Zen. Jacques Mandelbaum en Le Monde del 2 de mayo de 2007 lo catalogó como el director de cine chino más grande de todos los tiempos. Ante tal absoluto reconocemos que Zhang-Ke es un realizador renovador en el panorama indolente mundial, con una puesta en escena, resolución de secuencias y encuadres dotados de ingenio. Sin embargo hay que recordar, por aquello de la empatía, que le cuesta sacar adelante sus producciones. China está saturada por la invasión americana privando (incluyendo razones políticas) a sus espectadores del talento de este director.

Imagen de ‘Un toque de violencia’

Concluyendo,  ‘Un toque de violencia’ es un alegato ante la injusticia y desigualdad social, un puño sobre la mesa en respuesta a las denigrantes políticas económicas que sufre el planeta. Zhang-Ke declaraba que el tópico conflicto entre  Oriente y Occidente se diluye conociendo a gente de todo el mundo. Pues bueno, este film  remueve conciencias.  De eso trata el cine, de ver otras latitudes que en esencia son tan poco lejanas a las tuyas como nos quieren hacer creer los malos . El fotógrafo Robert Capa pudo comprobar durante la invasión de China por parte del ejército japonés en 1937 las similitudes con la  guerra civil española: el mismo dolor, impotencia y rabia. El mismo de ahora.

Trailer de ‘Un toque de violencia’

DIRECCIÓN
8
GUION
9
INTERPRETACIÓN
8
FOTOGRAFÍA
9
Reseña de lectores3 Votos
7.8
LO BUENO
La realización, personajes verosímiles  puesta en escena, fotografía, argumento…
LO MALO
La primera historia del minero, más lograda, hace sombra al resto.
8.5

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Juan Avellán

Licenciado en Filosofía, diplomado en Dirección Cinematográfica, editor de contenidos y colaborador asiduo del blog de crítica "Lo que Coppola quiera", ha tenido diferentes puestos en el mundo audiovisual. Pero uno de lo más agradecidos es el de hablar y escribir sobre cine, en definitiva vivir para el cine.

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